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viernes, 7 de noviembre de 2014

"Convivencia fraterna"



CONVIVENCIA FRATERNA

4 Aspectos que Favorecen la Convivencia Fraternal

  1. Amonestar a los ociosos:
    Aquí en este punto es menester hacer una aclaración en cuanto al concepto básico del término, pues normalmente tiende a equivocarse y confundirse con haraganería y pereza. Aunque creo que no distan mucho de sí, considero que son distintos. En lo que respecta a la “pereza” le invito a consultar el tema editado el 5 de julio de este año que llevó por título “Un Llamado a Abandonar toda Pereza”. En cuanto al ocio hay que hacer notar que este puede darse después de la realización de las tareas normales de trabajo, es decir que se da en el tiempo libre que queda después de realizar una tarea productiva. El asunto es qué es lo que se hace en ese tiempo libre. Allí es donde surge el ocio.



    El ocio es toda actividad que se hace en el tiempo libre que no corresponden a tareas de trabajo ni a tareas domésticas esenciales y que resultan, en la gran mayoría de los casos, a ser actividades de orden recreativa y de entretenimiento. Algunos lo ven como la cesación del trabajo, como la inacción o la total omisión de toda actividad productiva, así se puede decir que todo tiempo en que uno se dedica a ver televisión, ir al teatro, salir al zoológico, ir al museo, ir al estadio a ver un partido de futbol, leer el periódico, ir al cine a ver la película de moda y agreguemos un largo etcétera, todo ello está comprendido como “ocio”.

    Ahora bien, el detalle bíblico nos llama a que como hermanos en la fe y miembros de la familia de Dios nos amonestemos unos a otros para no caer en el ocio. Este aspecto nos toma desprevenidos, pues lo normal es que todos absolutamente tendamos a pasar algún tiempo de lo que podría llamar “ocio sano”. Es decir un tiempo libre en donde, aunque no realicemos alguna tarea productivo-beneficiosa, al menos no pequemos. El solo no pecar, ya como que acalla nuestra conciencia y hasta nos haría sentirnos más santos. Pero al leer y meditar este primer aspecto del texto bíblico en la carta a los tesalonicenses nos lleva a reaccionar por las profundas implicaciones a que nos podría llevar.
  2. Alentar a los de poco ánimo:
    Existen personas dentro del grupo de profesantes de la fe que tienden a desanimarse por cualquier causa. El desánimo puede interpretarse como lo contrario al ánimo. En otras palabras ha caído en desánimo aquel que ha perdido la ilusión o el deseo vehemente que tenía por la realización de alguna tarea. En este caso en lo directamente relacionado a la fe, es aquel que se desalentó por las circunstancias que atraviesa.

    El día de ayer compartí un testimonio en el cual unos comentarios sobre la persona en cuestión, bastaron para que se desalentara y hasta tomara la decisión de regresar al círculo religioso del cual el Señor ya le había rescatado. Así vemos en la práctica cristiana cómo muchos se desaniman por situaciones que no deberían de afectarles. Pero sí afectan y el llamado de Dios es a que nos levantemos y seamos quienes alentemos a aquellos que están en este punto tan difícil de su fe, pues podría significarles un alejamiento, enfriamiento y hasta caída espiritual.



    ¿Cómo alentar a un desanimado? En primer lugar hay que hacer tiempo para entrevistarnos, platicar e interesarnos por ellos. Haciendo esta tarea no habría lugar para el ocio. En la práctica he descubierto que el sólo hecho de escuchar a una persona ya le descarga, le quita presión y le da una visión de su condición. Si a esto agregamos el hecho de escucharlo activamente, de tener empatía con lo que él o ella está atravesando, de aconsejarles adecuadamente acerca del motivo de su desánimo y de inyectarles una buena dosis de optimismo entonces estoy plenamente convencido que estaremos logrando el cometido de que Pablo nos instruye al decir que seamos quienes alentemos a los hermanos que hoy atraviesan por el valle del desánimo, quizá en un futuro ellos sean quienes nos alienten a nosotros.
  3. Sostener a los débiles:
    A veces se confunde la debilidad con el desánimo, pero son distintas. El desánimo es emocional, la debilidad es física. De hecho, la debilidad tiene que ver con la pérdida de fuerzas. En el caso que nos ocupa, la debilidad cae en el plano espiritual, de hecho la Biblia nos habla del “débil en la fe” (Romanos 14:1). Este débil en la fe se categoriza como aquel que no ha alcanzado el suficiente conocimiento en la Palabra de Dios que le permita vivir y gozar la libertad que Cristo alcanzó para nosotros. La Biblia aborda este tema muy concienzudamente cuando enfoca los alimentos permitidos para el que goza de libertad y madurez y, los prohibitivos según los débiles en la fe.



    En este enfoque no señalo una lista de lo que podría ser permitido y prohibitivo, sino apunto al echo de que el consejo bíblico nos llama a que si nos creemos maduros o fuertes en la fe, ayudemos o sostengamos al débil. Por eso aunque Pablo no tenía ningún problema en comer de lo sacrificado a los ídolos, él si hubiese tenido sentado a la par a un hermano débil, por causa de éste, él se hubiese abstenido de comer. Eso demuestra una actitud cristiana acorde a lo que Dios nos demanda a través de Su Palabra. Esta es la actitud cristiana piadosa y no vanidosa. Imitemos esta conducta cristiana.
  4. Hacer acopio de paciencia para con todos:
    Por último y un tantito a la carrera, abordo el aspecto de la paciencia. Paciencia para con todos. La paciencia es la actitud que tomamos para soportar a quienes nos llevan la contraria, a quienes nos hacen la guerra, a quienes no nos caen muy bien, a quienes se levantan usados por el diablo y se vuelven incluso nuestros enemigos gratuitos. Para ello necesitamos la paciencia.



    La paciencia también puede ser vista como la capacidad de perseverar y mantener la compostura en situaciones que requieren de comprensión y tolerancia, como cuando un hermano nos fastidia con o sin intención. La paciencia es la virtud que nos permitirá vivir armoniosamente con todos de tal forma que el practicarla nos llevará a granjearnos la amistad y el amor de todos. Por lo tanto, la paciencia es algo que como creyentes debemos desarrollar. En las relaciones se presentan muchas circunstancias que exigen paciencia, y la paciencia es necesaria para tener una relación sana y funcional. Si queremos convivir como hermanos en una relación de comunión debemos hacer acopio de la paciencia.


Yun Mi Lee

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